Algo de historia

A pesar de las dificultades asociadas con este entorno montañoso, la presencia humana se remonta más de 2.000 años. Los ilirios ocuparon la zona hasta que fueron desplazados por los celtas, que a su vez sucumbieron a la invasión romana. Hacia el siglo VI llegaron los primeros grupos de eslavos y valacos. Durante la Edad Media las montañas fueron parte de los estados feudales de Zeta y Raška, y desde 1482 los turcos dominaron la región en un constante enfrentamiento con los fieros montañeses. Hitos locales incluyen la victoria sobre los turcos en Šaranci en 1862, y la inclusión de la región en el nuevo Estado de Montenegro, reconocido internacionalmente en 1878, durante el Congreso de Berlín.

La ferocidad de los montenegrinos de Durmitor se hizo patente de nuevo durante la Primera Guerra Mundial, y especialmente durante la Segunda, cuando consiguieron liberar la ciudad sólo siete días después de iniciarse la insurrección partisana. Llamada durante un tiempo “la República de Durmitor”, las irregularidades del terreno y la multitud de cuevas crearon el escenario perfecto para la guerra de guerrillas que permitió el triunfo de Tito y sus partisanos.

En Žabljak casi no hay edificios de más de 60 años de antigüedad porque la ciudad tuvo que ser completamente reconstruida después de la guerra. Hay docenas de monumentos comunistas esparcidos por el parque en honor de cada hazaña partisana y del heroísmo y sacrificio de los habitantes de Durmitor. Destaca particularmente el memorial a las víctimas del fascismo en Montenegro (Spomenik Žrtvama Fašizma), en el que están tallados los nombres de 14.752 montenegrinos fallecidos durante la Segunda Guerra Mundial.

 LA QUINTA OFENSIVA ENEMIGA
Durante los primeros años de la guerra el movimiento partisano había logrado varios éxitos contra los ocupantes italianos y alemanes y sus aliados locales los chetniks (nacionalistas monárquicos serbios) y los ustasha (fascistas croatas). Los partisanos, utilizando estrategias de guerrilla, obligaban a las potencias del Eje a mantener demasiadas tropas en los Balcanes, mientras la guerra se extendía por todo el mundo. En la primavera de 1943 la Alemania nazi quiso acabar de una vez con el molesto movimiento partisano y comandó una fuerza de más de 115.000 hombres para aniquilar a unos 20.000 guerrilleros. Fue la Operación Schwarz, conocida por los partisanos como la Quinta Ofensiva Enemiga.
 
Las fuerzas partisanas estaban en las montañas de Durmitor llevando consigo unos 4.000 hombres heridos y enfermos, cortos de comida y sometidos a frecuentes bombardeos aéreos. Las tropas del Eje controlaban Nikšić y Pljevlja, dejando a Tito sin más opciones que intentar ir hacia el norte, siguiendo el curso del río Piva hacia Foča y las montañas de Bosnia, antes de que el enemigo cerrara el cerco. Tito decidió dividir sus fuerzas, la Primera y Segunda divisiones partisanas se moverían rápido hacia el norte, mientras que la Tercera y la Séptima, encabezadas por el montenegrino Milovan Djilas y llevando a la mayoría de los heridos con ellos, intentaría remontar el Tara hacia la región del Sandžak en el sur de Serbia, donde los partisanos tenían bases seguras. Tito y sus hombres lo consiguieron, pero el segundo grupo se halló con que el enemigo ya controlaba la ribera este del Tara y todos los posibles vados.
 
Djilas tomó entonces la crítica decisión de abandonar a los heridos para que la fuerza principal tuviera alguna oportunidad de romper el bloqueo. Se dejó a los inválidos en cuevas con el personal médico que se ofreció voluntario, con la esperanza de ser descubiertos por los lugareños o de aguantar hasta que los partisanos pudieran volver a rescatarles. Su destino fue terrible: algunos se suicidaron, pero casi todos los demás fueron descubiertos por los perros de las tropas del Eje y ajusticiados, incluyendo unos 230 médicos y enfermeras. Djilas perdió alrededor de la mitad de sus fuerzas antes de escapar, en total más de 6.000 bajas entre los partisanos, un tercio del total de sus efectivos. La región acabó devastada y los civiles pagaron también un alto precio en sangre, con más de 2.500 muertos.

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